Intermitente, mi corazón tiembla a la vez que esa extraña cruz verde.

estar al borde de la muerte epigástrica a veces es un ventaja, a puro de no salir de casa, no relacionarte y no tener vida más allá de las visitas al señor roca y al servicio de urgencias para una inyección primperaltil, te queda tiempo suficiente para elaborar teorías absurdas , que se suelen caer una a una a medida que las construyes.
o simplemente para perder el tiempo que va entre que consigues dormir dos horas y te tomas un caldo de pollo, hasta el minuto siguiente en que lo expulsas por cualquiera de las vías abiertas de tu cuerpo.
lástima que sean de nacimiento sino me las extripaba sin gasto adicional.

un gran tanto por cien de mis tejidos están esparcidos convenientemente por la geografía local, pendientes de ser examinados por un señor, convenientemente vestido a su vez con bata blanca y pulcramene atada, que los dispondrá bajo una lente de aumento donde se dicta la verdad y la mentira de todo.
las lentes de aumento contienen esa gran verdad universal, que kant nunca se atrevío a expedir ni a refutar, para que no le preguntaran si es mejor la máquina o el hombre, y son las únicas capaces de tirar teorías por tierra a su libre alberdrio cada dos por tres.


ya saben, si dudan algo, cómpense el microscopio más barato del toysaras.
le dictará todo lo que deben hacer por un módico precio al contado - o incluso lo pueden financiar a plazos, como en ikea-.